Hay dos maneras de tomar la acepción “falta de fútbol”. Por un lado puede entenderse como esa especie de “enfermedad” que esbozan los futboleros cuando por algún motivo se ven privados de ver partidos o sentir el calor que entrega un estadio colmado. Pero por el otro, a esa afirmación se la puede tomar en lo que estrictamente tiene que ver con el tema; como por ejemplo cuando un equipo carece de volumen de juego.
Ayer, en tarde de La Ciudadela quedaron reflejadas ambas situaciones. Por un lado, el hincha “santo” se sacó todas las ganas de ver a su equipo. Tras casi tres meses y medio de la última vez que San Martín jugó en su estadio, los simpatizantes llenaron las gradas dejando de lado que era un juego de preparación.
Y así, en la primera puesta en escena que dio el nuevo equipo ante su público, mostró dos caras bien marcadas.
El San Martín modelo 2019/2020 parece estar destinado a ser un equipo rocoso, fuerte, luchador. De esa manera se mostró ayer ante los jujeños.
Con dos líneas de cuatro bien marcadas, la idea que tienen Favio Orsi y Sergio Gómez es, por sobre todas las cosas, conformar un equipo sólido, que le haga la vida imposibles a sus rivales.
Ayer, más allá de que el 2 a 1 sobre el “Lobo” jujeño haya sido justo, el rendimiento también le otorgó un guiño. Ignacio Arce estuvo sólido cuando solicitaron sus servicios; Rodrigo Moreira va retomando un mejor versión, Abel Luciatti, fue un relojito; y los laterales, Pier Barrios y Lucas Diarte dejaron una muy buena impresión.
En el medio, con Matías Fissore y Juan Mercier, el “Santo” parece sentirse cómodo raspando y raspando. Pero en ese afán por destruir, apareció la otra interpretación de la acepción mencionada el inicio de estas líneas.
Del medio hacia arriba, al “Santo” le costó, al igual que le había costado durante la pretemporada. Da la impresión que le falta un generador de juego, que pueda romper con esos esquemas llenos de piernas, que plantean la mayoría de los equipos de la Primera Nacional.
Sin Claudio Mosca lesionado, ni Gonzalo Lamardo ni Nicolás Castro pudieron asumir el rol de manija. Colaboraron bien en el retroceso, pero les costó asumir protagonismo del medio hacia arriba. Por ese motivo, Luciano Pons y Ramiro Costa debieron luchar más de la cuenta.
Por esa falencia en la elaboración de juego, el hincha aplaudió esa incursión en ofensiva de Mercier, autor intelectual del 1-0. “Pichi” quitó un balón en el medio, tocó fue a buscar en el borde del área y habilitó a Costa.
Pero no deben volverse locos en Bolívar y Pellegrini. Para palear el déficit en la creación hay algunas opciones. Fernando Brandán se mostró movedizo cuando ingresó; Gonzalo Rodríguez también puede ofrecer desequilibrio. Eso sumado a que los jugadores deben seguir conociéndose el crédito está más que abierto.
San Martín se muestra sólido y se está acostumbrando a ganar, lo que no es poca cosa. Si logra encontrar el punto justo del juego, puede transformarse en un equipo con pretensiones.